Abrir el ojo y descubrir que estás ahí, tumbada a mi lado, dormida, dándome la espalda. Acaricio tu pelo, me arrimo a tu cuerpo, te abrazo y encajo mi nariz en tu nunca para aspirar los restos de colonia del día anterior mezclado con el olor a dormida.
Te despiertas. Te giras. Me miras. Me acaricias la cara mientras me lanzas una sonrisa.
Una
l
á
g
r
i
m
a
á
g
r
i
m
a
rueda por tu mejilla.
Con mi dedo sigo la huella de tu lágrima. Ambos ojos se inundan de agua. Intentas decirme algo y tras un rato aguantándote el nudo en la garganta consigues articular –no quiero que esto acabe–.
Realmente no sé cómo reaccionar. No digo nada. Simplemente te abrazo. El tiempo pasa y sigo sin saber qué decir.
Con mi dedo sigo la huella de tu lágrima. Ambos ojos se inundan de agua. Intentas decirme algo y tras un rato aguantándote el nudo en la garganta consigues articular –no quiero que esto acabe–.
Realmente no sé cómo reaccionar. No digo nada. Simplemente te abrazo. El tiempo pasa y sigo sin saber qué decir.